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13 Frank tenía un perro: su nombre era Spot
Dos bichos entran ahora a formar parte de la poción de la lectura en las personas de Horace Mann y su segunda esposa, Mary Peabody. Hay aquí materia prima para una gran novela de intriga: a principios de los años 30 del siglo XIX, un pastor de Hartford, Thomas Gallaudet, inventó un método de lectura a primera vista, de mirar y decir, para usar con los sordos. Como Jacotot, Gallaudet era un hombre de fuerza personal y originalidad inusuales. Sirvió como director en el asilo para educación de los sordomudos de Hartford. Se creía que los sordomudos no podían aprender un sistema de lectura de sonidos, y por tanto Gallaudet concibió un vocabulario de lectura a primera vista de cincuenta palabras completas que enseñaba mediante dibujos. Entonces sus alumnos sordos aprendían un alfabeto manual que les permitía indicar letras con sus dedos y comunicarse con otros.
Incluso viendo el daño que causó involuntariamente, es difícil no quedar impresionado por Gallaudet. En el sistema de Gallaudet, la escritura como un registro simbólico de sonidos fue convertida en un registro simbólico de dibujos. ¡Gallaudet había reinventado el inglés como babilonio antiguo! Uno de sus antiguos profesores, William Woodbridge, entonces editor de los American Annals of Education, recibió una larga y detallada carta en la que Gallaudet describía su método de tarjetas de vocabulario y pedía que la educación fuera vista como una ciencia como la química: «La mente, como la materia, puede ser sometida a experimentación». Se podían aprender de memoria cincuenta palabras antes de introducir el alfabeto. Eliminando el «aburrido y tedioso» método normal, un gran interés «había [sido] despertado en la mente del pequeño estudiante».
Históricamente, tres temas importantes van juntos aquí: 1) que el aprendizaje debería ser científico y los lugares de aprendizaje un laboratorio; 2) que las palabras tienen que ser aprendidas ideográficamente; 3) que aliviar el aburrimiento y el tedio debería ser un objetivo importante de la pedagogía. Cada premisa fue pronto llevada al extremo. La institucionalización de estos temas requeriría finalmente una vasta burocracia para hacerlos cumplir. Pero todo esto queda para el futuro.
Gallaudet había adoptado el punto de vista de un sordomudo que tenía que abrirse paso sin ayuda desde el sonido al lenguaje hablado. Es instructivo el análisis de Samuel Blumenfeld acerca de lo que está equivocado en esto:
En 1830 Gallaudet publicó The Child's Picture Defining and Reading Book, un libro para niños con oído normal, que intentaba generalizar su método para todos. En su prefacio, el libro pone por escrito por primera vez los protocolos básicos del método de palabras completas. Las palabras serán enseñadas como representaciones de objetos e ideas, no como sonidos representados por letras.
El que controla el lenguaje controla la mente pública, un concepto bien comprendido por Platón. Verdaderamente la manipulación del lenguaje era el centro del currículum en los colegios de Roma, en las academias jesuitas y en las escuelas privadas mantenidas para niños de las clases influyentes. Era una parte importante del texto de Maquiavelo. Originó las modernas artes y ciencias de publicidad y relaciones públicas. El método de palabras completas, derivado y empleado honradamente por hombres como Gallaudet, era a la vez una herramienta para ser usada por cualquier régimen o grupo de interés para limitar el crecimiento del intelecto.
La cartilla de lectura de Gallaudet, perdida para la historia, se publicó en 1836. Un año después, se inauguró el Comité Escolar de Boston bajo la dirección de Horace Mann. Aunque no han sobrevivido copias de la cartilla nos dice Blumenfeld: «De otra fuente sabemos que su primera línea era: Frank tenía un perro: su nombre era Spot». El 2 de agosto de 1836 la cartilla de Gallaudet fue adoptada por el Comité de la Escuela Primaria de Boston de forma experimental. Un año después se emitió un informe declarando el método un éxito sobre la base de la velocidad de aprendizaje cuando se comparaba con el sistema alfabético, y de que daba un «tono agradable» al aula al eliminar «el viejo modo ininteligible y fastidioso de enseñar ciertos signos arbitrarios, o letras, mediante ciertos sonidos arbitrarios».
Un vocabulario visual es más rápido de aprender que las letras y fonogramas, pero la ganancia es un caballo de Troya: sólo después de transcurridos varios años la dificultad del lector visual para aprender palabras de fuentes exteriores comienzan a ser evidentes. Por ese tiempo las condiciones hechas apremiantes por la situación social del aula y las demandas del mundo en general se combinan para hacer difícil volver sobre el terreno perdido.
Mann apoyó la cartilla de Gallaudet en su Segundo Informe Anual (1838). Su aprobación, la fama general de Gallaudet y la adulación pública, informes erróneos que circulaban en la época acerca de que la poderosa Prusia estaba usando un sistema de palabras completas, y posiblemente la perspectiva de fama y un poco de provecho, hicieron que la propia mujer de Mann, Mary Tyler Peabody --cuyos nombres de familia estaban conectados a una red de poderosas familias por toda la costa Este-- escribiera una cartilla del método de palabras completas. La familia Mann fue sólo una de un montón de voces influyentes que se levantaron contra las enseñanzas tradicionales de lectura en la nación más instruida de la Tierra. En los Annals of Education de Woodbridge se dirigía una tamborrada continua contra el deletreo y el método alfabético.
En la época del asunto Gallaudet, los Mann estaban bajo la influencia de la frenología, una escuela de la psicología en la actualidad sumergida y creación de un médico alemán [Franz Joseph Gall]. Franz Joseph Gall, al trabajar con dementes, se había convencido de haber localizado el emplazamiento físico de los rasgos de la personalidad como amor, benevolencia, codicia y muchos más. ¡Podía facilitar un mapa de sus posiciones dentro del cráneo! Estas facultades señalaban su presencia, decía Gall, al hacer protuberancias en la parte exterior visible del cráneo. El significado de esto para el futuro de la lectura es que entre las afirmaciones de Gall estaba que demasiada lectura causa demencia. Los Mann estaban de acuerdo.
Uno de los convertidos por Gall era un abogado escocés llamado George Combe. El 8 de octubre de 1838, Mann escribió en su diario que había conocido «al autor de ese libro extraordinario, The Constitution of Man, cuyas doctrinas operarán el mismo cambio en la ciencia metafísica que Lord Bacon operó en la ciencia natural». El libro era de Combe. De repente el proyecto de Mann para degradar la lectura adquirió un fundamento psicológico que acompañar a los fundamentos políticos, sociales, económicos y religiosos que ya poseía. A diferencia de otros argumentos contra la ilustración de la gente corriente --todos los cuales invocaban una u otra forma de interés de clase-- lo que ofrecía la frenología psicológica era un argumento científico basado en los supuestos mejores intereses del niño. Así cayó una potente arma en manos de la pedagogía que no sería derrotada hasta que la frenología quedó desacreditada. Si una psicología no podía convencer, otra podría. Al parecer eludir cualquier argumento de interés especial, el argumento científico abordó el problema de quién debería aprender y qué debería aprender fuera de la esfera de la política de partido y dentro de un reino más elevado de altruismo.
Mientras tanto, Combe ayudaba a Mann a organizar su gran gira por Europa de 1843, que iba a resultar en el explosivo Séptimo Informe para el Comité Escolar de Boston de 1844 (¡el Sexto Informe había sido una petición para frenologizar las aulas!). Este nuevo informe decía: «Estoy convencido de que nuestro mayor error al enseñar a leer a nuestros hijos está en comenzar por el alfabeto». Mann intentaba entregar los niños de Massachusetts al sistema jeroglífico de Gallaudet. El resultado fue una protesta de los maestros de Boston, una batalla que siguió en la prensa pública durante muchos meses culminando (por parte de los maestros) en este familiar lamento:
Nos gusta el secretario pero odiamos sus teorías. Obstruyen el camino para una educación sustancial. Es imposible para una mente sensata no odiarlas.
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© 2007 de la traducción, Juan Leseduarte