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3 El sistema de Ford y la comuna Kronstadt
«Un anti-intelectual, alguien que odia a los individuos», es la manera en que Richard Stites caracteriza a Taylor en Revolutionary Dreams, su libro sobre el inicio utópico de la Era Soviética. Dice Stites: «Su sistema es la base para prácticamente cualquier distopía retorcida de nuestro siglo, desde la muerte en la campana de gas en Nosotros, de Zamiatin, por el indescriptible crimen de desviación, hasta el mantenimiento de una clandestinidad manejada por el Estado en 1984, de Orwell, para hacer que los disidentes se descubran a sí mismos».
Lo curioso es que un proyecto real para atrapar disidentes fue idea de J. P. Morgan, su única contribución al grupo Round Table inspirado por Cecil Rhodes. Morgan sostenía que la revolución podía ser subvertida permanentemente infiltrándose en el movimiento clandestino y subsidiándolo. De esta forma el pensamiento de la oposición podría conocerse a medida que se desarrollaba y ser comprometido fatalmente. Las concesiones en metálico de corporaciones, gobierno y fundaciones a los subversivos podían ser una forma de hacer descarrilar el tren de la insurrección que la teoría hegeliana predecía que surgiría contra cualquier clase gobernante.
Cuando esta práctica maduró, las visiones del socialismo fabiano se añadieron a la mezcla. Gradualmente se llegó a ver una igualación socialista mediante prácticas desarrolladas en la Prusia de Bismarck como el más eficiente sistema de control para las masas, el 80 por ciento inferior de la población en los estados industriales avanzados. Por lo demás, un vigorizante sistema de competición de mercado laissez-faire mantendría alerta al linaje reproductor avanzado.
Una gran porción de la izquierda intelectual se subió al carro de Taylor, incluso cuando el mundo laboral se oponía universalmente. El mismo Lenin fue un abogado agresivo:
Pero, incluso en Rusia, los trabajadores resistieron los métodos taylorianos. La rebelión de la Comuna Kronstadt en 1921 acusó a los bolcheviques de «planear la introducción del sistema de trabajo intensivo de Taylor». Tenían razón.
Taylor destiló la esencia de la instrucción escolar prusiana de Bismarck, bajo cuyo régimen había sido testigo de primera mano de la derrota de Francia en 1871. Su síntesis americana de estas disciplinas lo convirtieron en inspiración directa para Henry Ford y el «fordismo». Entre 1895 y 1915, Ford transformó radicalmente el proceso de fabricación, confiando en la gestión taylorizada y en una línea de montaje de producción masiva marcada por la precisión, continuidad, coordinación, velocidad y estandarización. Ford escribió dos extraordinarios ensayos en los años 20, The Meaning of Time, y Machinery, The New Messiah, en que igualaba planificación, temporización, precisión y el resto del catálogo del management científico con el gran significado moral de la vida:
En los años 20, la realidad del sistema de Ford reproducía las reglas de un regimiento de infantería prusiano. Ambos eran lugares donde los trabajadores eran mantenidos bajo estrecha supervisión, mantenidos en silencio y castigados por pequeñas infracciones. Ford era impasible ante las quejas de la mano de obra. Los hombres eran engranajes desechables en su máquina. «Un gran negocio es en realidad demasiado grande para ser humano», comentó en 1929. El fordismo y el taylorismo barrieron la Unión Soviética como habían barrido los Estados Unidos y Europa Occidental. En los años 20 las palabras fordizatsiya y teilorizatsiya, ambas denominaciones que describían buenos hábitos de trabajo, eran comunes por toda Rusia.
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© 2007 de la traducción, Juan Leseduarte